¡¡¡Hoooolaa!!!:
Hoy comienzo mi blog. Será un blog semanal, un minúsculo dominical de una periodista para quien los viajes son una metáfora de la vida y de la muerte. Caminar y caminar hasta que el punto irreversible lo marque un stop sin salida. Es eso, el final.
"Errare"es vagabundear. Pues eso, la vida es vagabundear, deambular. Y como errantes, los caminos que elegimos no siempre son acertados. Pero seguimos. Yo sigo. Me gusta el viaje como búsqueda constante, como sorpresa, como encuentro con los otros,como huida hacia delante. Me viene a la memoria dos formas de observar el viaje: Miguel de Unamuno decía que "el viaje no es ir a la búsqueda del destino, más bien representa la huída de lo que dejamos". La reflexión de Matisse: "el viaje sirve para ampliar el espacio que nos rodea". Dos maneras subjetivas de entender el viaje que, por qué no, también puede considerarse una abstracción que nos permite acercarnos a la belleza, nos da alegría de vivir, es un continuo punto suspensivo. Sí, me gusta errar, es decir andar, desorientarse, equivocarse...Ser sorprendida por infinitas sensaciones porque los viajes son sensuales, irrepetibles. También nos enfrentan a personas, elementos y situaciones que abofetean nuestras conciencias. Y es entonces cuando el viaje adquiere una dimensión inestimable porque nos faculta para sentir empatía con ese otro a quien tu viaje le dice poco o nada; quizás te ve como un espectador curioso de su realidad. Ese encuentro fortuito, esa visión hace posible valorar aún más tu propio viaje.
Una persona viajera es, debería ser, una persona abierta intelectual, moral y éticamente. No, no me refiero al turista. El turismo es otra otra. Un turista consume, el viajero absorbe como una esponja a través de los sentidos, se sumerge en el paisaje, en el espacio donde se halla, se abre a las personas a las que se va encontrando. Para el turista existen otras definiciones: turismo familiar, de luna de miel, para "singles"...Y, cómo no, turismo sexual. ¿Veis?. El viajero nunca será turista y menos turista sexual. Nunca será verdugo de niños y adolescentes indefensos que son sometidos al poder de delincuentes sexuales, carroña, bazofia. El viajero se compadecerá de esos niños y adolescentes, tomará medidas que estén en su mano para paliar el sufrimiento, el drama. Es un ejemplo.
El turista buscará la cantidad de ofertas, los spas, jacuzzis, piscinas de hoteles que les permitan disfrutar de una copa de bebida metidos en el agua, campos de golf, souvenirs con regateo en mercadillos, luces de neón en noches de disco, y fotos muchas fotos para mostrar en el post-viaje...Para el viajero la cantidad no importa, es lo cualitativo lo que desea encontrar, busca la esencia, se recrea en otras culturas, indaga en el pasado de cada lugar.
Con mi blog deseo tener como modelos a esos periodistas que plasman en sus documentales y reportajes la realidad sin maquillaje, su honestidad. A mí también me interesan los factores sociológicos en las experiencias insólitas que definen los viajes.
En uno de mis recientes viajes encontré este atardecer nebuloso en una playa solitaria. Estuve ensimismada durante largo tiempo. Tan ensimismada que no me percaté de la presencia de un niño sentado a mi lado hasta que preguntó: "¿te gusta mi playa"?. "Mucho"-le respondí-"¿Y a ti?".
"A mí-me dijo mirando a la línea lejana del horizonte marcado por le mar- lo que me gustaría es ir nadando con mi flotador hasta el infinito y volver".
El viaje es eso, trazar un personal horizonte y volver. Una y otra vez.