"Un libro abierto es un cerebro que habla
Cerrado es un amigo que espera
Olvidado es un alma que perdona
Destruído, un corazón que llora"
Pongamos que
estoy hablando del
Metro de Madrid
Cerrado es un amigo que espera
Olvidado es un alma que perdona
Destruído, un corazón que llora"
Es un proverbio. Un proverbio hindú. En el metro los libros están abiertos. Por muchos lectores. Es un vagón largo, una especie de serpiente como espacio único comunicado desde el conductor hasta el final del tren. Es el atardecer. De-regreso-a-casa-tras-un-día-de-trabajo ó de centros de estudios. No hay ruidos que llamen la atención. No se charla en voz alta. Se lee. Los libros están abiertos y múltiples miradas se concentran en sus páginas, aisladas por las historias que se cuentan. No importan los títulos. Ni los autores. En el metro se lee. Son lectores anónimos. Gente corriente que entra en esta burbuja infranqueable sobre la que gira su imaginación y les aisla de lo cotidiano. ¿Quien dice que no hay vida más allá de la televisión basura, de la playstation?. ¿Quien maneja la estadística del perfil del "buen lector"?. En una pagina de un blog no caben todos. En este mundo subterráneo y complejo se lee y... ¡muuuuucho!.
Pongamos que
estoy hablando del
Metro de Madrid