Richard Branson ha presentado feliz su nuevo juguete naútico: la nave voladora acuática Necker Nymph. El millonario Branson, siempre a la búsqueda de sensaciones excitantes, de batir records como "el primero y el que más", ha logrado de nuevo su justificación para conseguir que los medios de comunicación hablen de él. Pero para que nada de esta nueva aventura sea criticable, en la presentación mundial como juguete deportivo para millonarios (se alquilará por 18.000 euros semanales) ha especificado que "ha sido diseñado para ocasionar un bajo impacto medioambiental, al ser silencioso". No se puede dudar de su bondad medioambiental máxime cuando Branson quiere ser respetado por sus apoyos personales y sus aportaciones millonarias a causas humanitarias y medioambientales y parece que lanza un mensaje con el nombre elegido porque ya se sabe que las ninfas son espíritus femeninos alentadores de la naturaleza.
Las sociedades de ocio quieren muchas diversiones y los millonarios quieren tener "lo que nadie tiene" y "cuantas más veces mejor". ¿Tienen en cuenta el impacto medioambiental de sus hazañas excitantes?.
Si uno se recuerda sentado en una playa observando el horizonte placidamente y dejándose llevar por el ruido de las olas, el olor del mar, los sonidos de la naturaleza regalada y que a partir del mediodía comienzan los ruidos de los motores de los juguetes naútico, la respuesta es "no, el deportistas de playa, los dueños de yates son insensibles a cualquier impacto que no sufran ellos". Si para quien desea placidez en la playa resulta una agresión que sube en proporción directa al número de "deportistas" naúticos, imaginemos ese ruido inútil en la fauna marina. ¿Realmente se puede afirmar que los deportes naúticos no son depredadores?. Desde la ignorancia, la reflexión nos lleva a pensar que sí en todos aquellos deportes en los que es necesaria la simbiosis barco-velocidad, que necesitan los motores como son esquí acuático, wake boarding, paracesding. Es cierto que existen motos de agua ecologistas de última generación propulsadas por turbina, lo que significa según los expertos "la purificación del agua, oxigenando los mares y las aguas estancadas y con absoluta ausencia de ruido". Otros deportes de playa no son tan veloces y posiblemente no provoquen tanta excitación pero son inofensivos y más saludables: surf, remo, snorkl (gafas, atleta, tubo, de moda las últimas temporadas), petanca, balonmano, voley...Pero cuanto más caro sea el juguete, cuanto más cueste su alquiler ó compra, más dinero se genera y como ,suele justificarse cinicamente ,"más puestos de trabajo más familias pueden vivir de ello".
¿Y el impacto?. Volvamos al impacto sobre la fauna marina, sobre los pobres habitantes que tienen un habitat cercano a las playas. Ya es demostrable la contaminación química. Naciones Unidas lo ha denunciado: "los cambios en la composición química marina está contribuyendo al aumento de la contaminación". Pero también ha incidido en que "el ruido marino provocado por el hombre está generando una cacofonía y niebla acústica en gran parte de los mares y de los océanos". Muchas voces ecologistas se han unido a esa advertencia y han manifestado que "el ser humano ataca y daña gravemente el mundo animal con su comportamiento depredador"."Depredador e inutilmente sutil" habría que añadir cuando deportistas ávidos de "sensaciones" en las que no hay que pensar ni sentir mucho si no es con movimiento contínuo como una huída hacia delante, se ven atrapados por empresarios de deportes naúticos que conocen el perfil de estos consumidores del ócio y a quienes ofrecen eslóganes como "excitante mundo", "máxima diversión", "nuevos horizontes de navegación". Se ha incluído un nuevo elemento "para comodidad del deportista": los asientos ergonómicos. ¿Inventarán un día la tecnología "ergonómica" para que los pobre peces que sufren del ruído y de los productos químicos puedan "aislarse" del depredador humano?.
Ya he advertido que escribo desde la ignorancia en cuanto al daño acústico a la fauna marina. Por ello me he dirigido a múltiples oenegés ecologistas, especialmente expertas en el medio marino, y les he hecho a todas las mismas preguntas: "¿Los deportes naúticos causan daños auditivos a la vida marina cercana a las playas por el ruido de motores, especialmente aquellos que requieren uso de embarcación a motor de alta velocidad?"
"¿Por qué"?..."¿Qué medidas se están tomando desde las onegés como la suya, dedicada a la vida marina?.."Si el ruido no es dañino, desarrolle esquematicamente las razones científicas"...Las respuestas son desoladoras: ¡onegés que no responden, arrojan la "patata caliente" sobre otras ó han contestado en sentidos parecidos de la forma siguiente y que reproduzco literalmente!: "No tenemos ninguna información sobre la pregunta que nos hace".
¿Una ONG dedicada a la fauna y flora marina está desinformada sobre esta cuestión?. ¿Tendremos que pensar como el escéptico que define a las ONGS como "un campo de pseudos-funcionarios que buscan sobrevivir a través de una oengé por megalomanía personal y buscando la proyección profesional"?. ...Esperemos que el ruido no dañe la fauna marina porque de lo contrario sería terrible la pasividad de estas oenegés medioambientales. ¿Ó no?.