Ayuntamiento de Valladolid. En las mesas sobre las que se han colocado los libros de firmas a modo de homenaje de los paisanos de Miguel Delibes una mujer deposita varias bellotas porque el escritor es "como una encina" dice justificando su singular honra a quien tanto ha honrado su paisaje y su paisanaje. La mujer es una de las miles de personas que se han congregado en el centro de la ciudad para mostrar su respeto. La contemplación de tantas manos aplaudiendo lleva a la memoria a otro entierro multitudinario en Madrid: el de Enrique Tierno Galván, su alcalde. Como entonces, ahora es el movimiento espontáneo de los vallisoletanos, de ciudadanos llegados de otras partes de la geografía española. Gente que hace invisibles a los representantes de las Instituciones. Es el tributo a la persona. Sus paisanos conocían por cercanía a un hombre que expuso siempre sus profundos valores vitales desde la escritura sin concesiones. Elisa Silio, periodista y una de las nietas del escritor vallisoletano escribe en EL PAÍS : "quiero pensar que habremos heredado un ápice de su absoluta integridad y dignidad, su compromiso con el prójimo, su rechazo al consumismo feroz y su independecia de unos y otros". Esa integridad le permitió la coherencia, ser libre, no hacer "salones", rechazar tratos de premios literarios manipulados, despreciar el triunfo social, ensalzar la ética en el trabajo. No deseaba "figurar". Sus personajes de ficción ya hablaban por él. Lo manifestó hace años cuando alguien le preguntó si escribiría su biografía: "Nunca, sería una vanidad injustificada" respondió. Lo más cercano a una biografía son sus "memorias deportivas de un hombre sedentario" bajo el título MI VIDA AL AIRE LIBRE...Un ejemplo de cómo ha de vivirse la propia existencia. Una herencia vital recompensada con el respeto supremo, con el reconocimiento a su obra, exponente de "valores éticos, estéticos y sociales".
14 marzo 2010
EL APLAUSO A LA ÉTICA DE MIGUEL DELIBES
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